Anna Frank y la heroína adolescente contemporánea
Al margen de la polémica sobre la autenticidad o no del Diario de Anna Frank, suscitada sobre todo por los muchos datos de índole política y a las reflexiones profundamente filosóficas que contiene, «inauditas» para una niña de 12 años, Anna Frank nos legó el relato de la persecución nazi y una muestra de cómo la vivieron miles de niños y jóvenes. La pequeña escritora narra entre las líneas de los acontecimientos cotidianos en su encierro, en un escondite camuflado tras los muros de la fábrica en la que trabajaba su padre.
Si, como algunos sugieren, el texto ha sido manipulado, ampliado o decorado posteriormente, sigue conteniendo el espíritu de una adolescente dotada para la literatura, que escribe por pura evasión. Nos transmite la angustia, el miedo, el horror y la impotencia que sufrieron, pero también refleja en su libro la fuerte personalidad que tuvo, y que la mantuvo a salvo por bastante tiempo en medio de las terribles circunstancias que le tocó vivir. Este año 2014 hubiera cumplido 85 años y posiblemente, en mi opinión, sería una de las mejores escritoras vivas. Según algunas fuentes, su Diario es el libro más leído en el mundo después de la Biblia.
En su biografía1 se nos describe como una chica “reservada, estudiosa, bien educada” y aficionada a las matemáticas. Extrovertida y curiosa, en su libro nos describe los castigos que su profesor, Mr. Keptor, le imponía por ser muy habladora, y que consistían en escribir redacciones. Por supuesto, para Anna esto no suponía un castigo, porque le encantaba escribir y era su pasatiempo favorito; al contrario, eran retos con los que intentaba explicarle a su profesor los motivos por los que hablaba tanto, y, en ocasiones, lograba convencerle. Esta asertividad, el no aceptar las reglas porque sí, sino cuestionarlas, la perseverancia para conseguir lo que quería, y justificar sus respuestas argumentando racionalmente y con gracia y sentido del humor en muchas ocasiones, el aprovechar las dificultades aparentes y convertirlas en oportunidades… características todas del modelo de heroína adolescente. Si la Anna de 12 años hubiera vivido hoy, tendría un blog y sería Malala Yousafzai, quien ha dicho «Un niño, un profesor, un bolígrafo y un libro pueden cambiar el mundo»
Si Anna fuera un personaje de ficción contemporáneo, sería Katniss Everdeen. En vez de ser buena escribiendo, tendría habilidad con el arco y las flechas y conocería técnicas de supervivencia silvestre.
El prototipo de héroe adolescente es el de un individuo automotivado, independiente y autónomo con una gran responsabilidad social. Cuando se trata de heroínas adolescentes, nos enamoramos también de su capacidad para hacerse cargo de grupos más débiles, de su familia, de colectivos en riesgo (los perseguidos por los nazis, las niñas secuestradas en las escuelas de Nigeria, los habitantes del Distrito 12). Su amor por la vida, su gran autoestima y su carácter valiente y decidido les ayudan a enfrentarse a las duras circunstancias de su vida, convertidas normalmente en un objetivo político (odiadas por los nazis, por los talibanes, por los capitolinos). Tienen lo mejor de las niñas y lo mejor de las mujeres, y se mueven entre la inocencia y el instinto maternal.