La Mente Matemática de los Niños
Cuando los seres humanos aparecimos sobre la Tierra, y nos fuimos adaptando a ella, nos encontramos con un ambiente que no es caótico, sino que obedece a reglas, patrones, medidas y órdenes. Las diferentes maneras de adaptación a partir de esas leyes de la naturaleza dieron lugar a las diferentes culturas. ¿Qué es lo que nos permitió este avance con respecto a la naturaleza animal, de poder establecer una cultura propia superpuesta a lo preestablecido?
Pues es nuestra MENTE MATEMÁTICA, que no es otra cosa que la habilidad de cuantificar con precisión, de razonar a través de patrones abstractos y lógicos, usando la observación y la imaginación. La mente matemática es como el resumen de todas las características del cerebro humano que lo distinguen de los demás animales complejos. Es necesaria para establecer el lenguaje, y sus patrones gramaticales, para orientarse mejor en el espacio, desarrollar todas las facetas de la cultura que nos define (alimentación, vestido, herramientas, vivienda, tecnología, defensa, expresión artística). El poder creativo de la mente matemática es tan grande como su capacidad de orden y comprensión.
La mente matemática es por tanto universal, está presente desde el nacimiento, y forma parte de las tendencias humanas como Abstracción, Trabajo, Orden, Exactitud y Exploración. Cuando los niños (o los adultos) dicen que «odian las matemáticas» o «que no las comprenden» posiblemente se deba a la forma en la que se las han «enseñado». La forma en la que se están transmitiendo ahora mismo las matemáticas a los niños es equivalente a que enseñásemos la lengua materna no hablando, sino con tablas gramaticales, ejercicios de vocabulario, alfabetos gigantescos.
Las matemáticas están en el ambiente, y los niños pueden aprenderlas del mismo modo en que aprenden a hablar, con los acontecimientos y rituales de la vida diaria. Entre los 3 y los 6 años, contamos con material Montessori de matemáticas sensoriales, que permitirán que el símbolo pase a la mente a través de las manos. Partimos de una manipulación sensorial de la cantidad (con cubos que permiten calibrar el peso, barras para la memoria muscular de la distancia, gradaciones para la alineación ordinal), y luego hay otro material que llamamos «paso a la abstracción» como puede ser el juego de las estampillas, que comienza a simbolizar pero aún se apoya en material físico, códigos de color, manipulación… Así involucramos más áreas del cerebro y el aprendizaje se produce con un fuerte anclaje emocional ya que es mucho más placentero.
Una vez hecho el paso a la abstracción, propiciaremos la práctica y memorización de las cuatro operaciones («las tablas» que es lo que se da directamente en la enseñanza típica de las matemáticas), construida desde la propia experiencia del niño, idealmente en el período de mente absorbente (3-6) y la mente razonadora del niño de 6-9 traerá los patrones a la mente consciente. El niño tiene un gran deseo de llegar a la abstracción, no quiere permanecer atado a los objetos, sino que prefiere la libertad de trabajar en un nivel abstracto.
Desde las bases de adquisición de sus propias reglas, el niño va abriendo los caminos que necesita para el desarrollo de su mente matemática. Como adultos, no debemos transmitirle las reglas, las soluciones a cada tipo de problema y dar mucha información. Más bien, debemos centrarnos en despertar admiración, guiar a la exploración, establecer preguntas y plantear retos. Así es como operan los científicos.
Las ramas de las matemáticas parten del tronco de que los humanos cuantifican la realidad como una estrategia básica de supervivencia y como una forma de trascender, de ir más allá de las necesidades básicas, explorando los territorios espirituales, que son infinitos. Si, como en el resto de áreas, planteamos las matemáticas desde el punto de vista de las necesidades humanas, no deben ser difíciles. Cualquier niño puede pensar como Pitágoras (especialmente cuando ofrecemos los materiales de Pitágoras en el ambiente).
Me parece muy interesante, es otra visión de las matemáticas y sería un aporte valioso que contribuya a mermarle el estrés a los estudiantes que sienten pavor cada vez que oyen de esta área.
Muy interesante la publicación. Nos invita a reflexionar sobre la forma como enseñamos y cómo debemos enseñar la matemática.
La vinculación con el ambiente es algo que no debemos dejar de lado, la naturaleza nos brinda tantos recursos y debemos aprovecharlos al máximo, solo así la matemática cobrará un sentido real en la vida de nuestros estudiantes.